Los muros temblaban con su increíble juramento: Con él se reivindicaban miles de víctimas

jueves, 20 de octubre de 2011

¿Dónde fueron los poetas?

Y entonces ahí aparece, ante el más mínimo estímulo, la más blanda palabra, la más pura intención. Distorsiona lo que se escucha y transforma mi cuerpo en un conjunto de órganos podridos inflados de agua que debe salir. Me atrapa en un laberinto sin fin, con miles de pasillos privados de toda claridad. Busca todos los interruptores para apagar los pensamientos positivos que podría contener mi cabeza. Me inunda y todo se moja y se desintegra. Busco auxilio en mi, pero ya es tarde, sólo existe una pequeña vocesita que me grita desesperada para que despierte, la cual se va apagando con el paso del profundo y oscuro mar que se apodera de mi alma. Así puedo ver cada componente de la parte B de mi cassette. Puedo ver cada defecto, cada problema, cada situación que me tiene vuelta loca, que me produce llegar hasta la más desesperada de las conclusiones. Me angustia como si me estuviesen apretando la garganta para que no pueda hacer otra cosa que llorar y adormecerme con mi infelicidad. No se va hasta que me duerma, pero siempre vuelve peor.


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