
Tanto pisado, tanto pasado, tanto vivido, tanto aprendido, tanto dejado, tanto tomado. Mira como vamos, mira como estamos, y todos los demás muertos y diluidos con el tiempo, como si fueran un lienzo en el que se tatúan almas que de a poco se pierden, si no fuera por pocos ni sus suspiros se sentirian, si no fuera por nosotros, por nosotros.
Ahora es el momento en el que puedo subir a una montaña bien alta, sentarme y mirar la ciudad; mirar las ánimas y las paredes que se derrumban y esas que se construyen, los pájaros que interactúan con el ambiente, y los que se mojan, puedo verlo todo, puedo verlo todo pero lo que más me gusta ver y lo que realmente quiero observar, es todo mi caminar. 15 años, casi 16 y siento que he vivido mucho, como un real pez, necesita el sufrimiento de no poder respirar fuera del mar, para poder los verdaderos colores de la vida y de la muerte, pero no vivo atrapada en una cápsula submarina como el resto de los peces, por los que no son nosotros, esos que mantienen vivos a los muertos diluidos y quemados, hechos cenizas y pintura, pintura y pincel, pincel y alma, el alma es más que eso.
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